12 mar 2013

Esta noche


Biby

Esta noche al oído me has dicho dos palabras Comunes.
 Dos palabras cansadas De ser dichas. 
Palabras Que de viejas
 son nuevas. 
Dos palabras tan
 dulces que la luna 
que andaba Filtrando
 entre las ramas Se 
detuvo en mi boca.
 Tan dulces dos 
palabras Que una
 hormiga pasea por
 mi cuello y no intento 
Moverme para
echarla. 
Tan dulces dos 
palabras ?
Que digo sin
quererlo? 
¡oh, qué bella, la vida!? 
Tan dulces y tan mansas 
Que aceites olorosos
 sobre el cuerpo derraman. 
Tan dulces y tan bellas 
Que nerviosos, mis dedos, 
Se mueven hacia el cielo
 imitando tijeras. 
Oh, mis dedos quisieran
Cortar estrellas.


LA INAGURACIÓN


¿A qué Dios levantáis estos altares?
¿Y por qué con fragmentos seculares
Hacéis un nuevo templo entre ruinas?
¿El derecho? Es un nombre del pasado;
En el nombre imperial de las colinas.

¿Por acaso, vosotros
Vivís de espalda a la luz? ¿Ignora
La nueva ciencia vuestra antigua calma?
¿No visteis disipar en una hora
Esas sombras que huyeron de la aurora,
Dios, el deber, la libertad y el alma?

No nos habléis ya más del triste día
En que por esas voces sin sentido
El hombre en el patíbulo moría;
No evoquéis esas épocas distantes
En que sobre los siglos descollaban
Las cabezas de algunos delirantes,
El sabio ha sorprendido,
Recordando aquel tiempo funerario,
El nervio que vibrando ha producido
Los momentos supremos del Calvario,
Y también encontró la ciencia austera
La enfermedad que iluminó la historia
De Juana DˆArc con la inmortal hoguera;
Hoy brilla el día de la humana gloria;
Los espectros pasaron para siempre;
Los sueños de Platón, los que por coro
Del mar tuvieron el perenne grito,
Son un celaje de oro
Perdido en el azul del infinito.

¿Por qué habláis de derecho? Alzad la frente;
¿Ves esa espuma blanca en el espacio?
Cada átomo es un sol incandescente,
Un mundo en cada chispa de topacio…
Bajad la vista… A vuestros pies reposa
En las húmedas hierbas palpitantes
La flor que el cielo muestra ruborosa
Su tocado de trémulos diamantes.

Ese sol y esa gota de rocío
Dos moléculas son el universo,
Sujetas ambas a la ley suprema
Que el movimiento de los seres fragua,
Y que engasta en su espléndida diadema
Al sol de fuego y a la gota de agua.
Esa ley es la “fuerza”, ¿Por qué el hombre,
De la escala eternal grada mezquina,
Una excepción seria? Fuerza eterna,
Inmutable, inconsciente, dí, ¿Qué nombre

Te ha dado el ser humano que adivina
Tu acción en tu cerebro? Te ha llamado
Libertad, ¿Libertad? Mirad en torno.

Del calor, de la luz que el sol derrama,
Nacen la fuerza que la piedra encierra,
Bebe en ellas la vida intensa llama;
Una faz de la vida de la tierra
  
Es el hombre. La luz que del sol toma
El planeta al cruzar el firmamento,
En el lirio gentil se llama aroma,
Y en el hombre se llama pensamiento.


La luz, he ahí el creador; su fulgurante
Movimiento produce el genio; nada
Huye de su mirada centellante;
Llora en el drama, ríe en el idilio;
Ese destello lúgubre es el Dante,
Ese rayo purísimo es Virgilio.

Todo es fatal y necesario. El templo
Cerrad, pues; no hay un dios para estas aras.
¿Qué fé, qué fuerza interna aquí os retiene?
¿Qué verdad superior su sello imprime
En vuestra estéril ciencia?
¡No veis que todo en la creación oprime?

¡No! Sentimos alzarse en lo profundo
De nuestro ser, un Dios que no se nombra,
Pero que eternamente alumbra al mundo
Con la luz que jamás produce sombra.
Es el testigo austero del misterio
De nuestra vida, el que a la ciencia humana
Arrancó de su inmenso cautiverio,
Él hizo del derecho una creencia;
Sol del mundo moral, de quien emana
Una protesta eterna; la conciencia.

He ahí el divino origen de la idea
A cuyo noble estudio hacéis propicio
Este modesto templo,
No se llega a saber que el sacrificio
Es algo más que un hecho, es un ejemplo.
Por eso aquí se rinde
A la persona humana un culto santo,
Al hombre, al ser que a su conciencia debe
En la escala inmortal ir ascendiendo,
Y haber tenido en su penosa vía
La sonrisa de Sócrates muriendo,
Y el sollozo de Cristo en la agonía.

Al hombre que no sólo ha descubierto 
La vida entre los soles derramada,
Y que en su corazón el eco siente
De la creación entera que palpita
Al par del ritmo de su sangre ardiente;
Sino que supo con supremo aliento
Acallar los embates furibundos
De la pasión, y hallar, con noble calma,
A Dios en la conciencia de los mundos
Y en su conciencia el alma.

Comenzad vuestra obra;
El libro de Derecho abrid serenos;
En sus páginas puras, fuente inmensa
De razón y verdad tendrán los buenos:
Comenzad vuestra obra, en ellas impere
Esta fórmula augusta que condensa
El trabajo inmortal que el mundo inicia,
¡Oh. Libertad! Bajo tu santo nombre;
_Ni hay otra religión que la justicia.
Ni hay otro rey que el hombre.
      

Biby ♥